miércoles, 5 de septiembre de 2018

PERDONAR LAS OFENSAS

Francisco Clares Barranco

PERDONAR LAS OFENSAS
(Mateo 6: 14-15) “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”
He oído en muchísimas ocasiones, la frase: “Perdono pero no olvido” Normalmente, estas personas del mundo, ponen el énfasis en la 2ª parte (“pero no olvido”), lo cual significa, que lo están diciendo, con soberbia, con orgullo desmedido, con rencor y hasta en un tono amenazante.
Es como decir:
¡En la primera ocasión que tenga, me las pagarás!
Luego esta frase es un eufemismo:
¡Realmente, no han perdonado, y tampoco tienen intención alguna de hacerlo!
No hace muchos días, un hermano, me sorprendió, haciéndome la pregunta siguiente: ¿cómo llevas el tema de perdonar? Confieso y repito, que me quedé sorprendido, me paré un instante y le respondí: Creo, que lo llevo bien, y gracias a Dios, me es muy fácil el perdonar y soy incapaz de guardar rencor. Pero a continuación, desafortunadamente, pronuncié la frase: “Perdono pero no olvido”. Como movido por un resorte, el hermano e inmediatamente, me recordó los versículos siguientes: “... nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.” y “ nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.” (Hebreos 8:12; 10:17)
Está claro, que el hermano, me estaba diciendo:
¡No! ¡No! ¡Tienes que perdonar y tienes que olvidar!
Evidentemente, el hermano, tiene absolutamente toda la razón, y yo, que soy una persona, que procura pensar las cosas, y que procura hablar siempre, desde la más pura ortodoxia bíblica, reconozco, que cometí el desafortunado error, de utilizar una frase del mundo, que no tiene cabida en la vida cristiana.
¡Siento mucho haber cometido este error!
Y máxime, cuando es una frase que nada tiene que ver conmigo, pues como dije anteriormente, me es fácil el perdonar y el olvidar.
La santidad y amor del Señor Jesús, es maravillosa, pues aún sufriendo tal contradicción de pecadores, que lo desnudaron, pegaron, azotaron, escupieron, insultaron, se burlaron, lo escarnecieron y finalmente lo crucificaron; el Señor Jesús no les respondió, declarando su inocencia o arremetiendo contra ellos, sino, que perdonó sus ofensas al instante. El Señor Jesús y en la cruz del Calvario, en santidad y amor, sin quejas ni amarguras, los miró dulcemente y dirigiéndose al Padre, dijo:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”
El Señor Jesús Cristo, que sabía, que habían pecado contra Dios, intercedió por ellos ante el Padre, y además, abogó por ellos, justificándolos por su ignorancia, por no saber lo que hacen.
¡Este es el ejemplo perfecto!
¡Nosotros, que somos sus discípulos, tenemos que actuar
y decidir, de modo semejante!
Si fuéramos injusta y gravemente ofendidos, debemos y sin necesidad de que previamente nos pidan perdón, ser proactivos, perdonando al instante, intercediendo ante Dios nuestro Padre por ellos, y buscando o casi abogando, tratando de justificarlos, pensando, que lo que han hecho o dicho, ha sido fruto del desconocimiento e ignorancia y que no ha habido maldad en ellos. Esta debe ser nuestra disposición, porque perdonar y olvidar no es un sentimiento, sino una decisión.
Si perdonamos de este modo, puede ser, que el hecho permanezca en nuestra memoria sin olvidarlo; pero lo que sí nos será muy fácil, es olvidar las ofensas; de tal modo, que muy pronto olvidaremos, no recordando casi nada o nada, de las cosas que nos hicieron o dijeron.
¿Y por qué? Porque: “Son cosas pasadas, de las cuáles no debemos acordarnos; y son cosas antiguas, las cuáles, no debemos traer a la memoria” (Isaías 43:18)
----------ooOoo----------

No hay comentarios:

Publicar un comentario